Para acertar con
la carta de cualquier restaurante, la condición que se impone es leer bien y
elegir entre un entrante que sea, o una ensalada, o un crustáceo o
una loncha de salmón con una tostada. Después se puede seguir con una
carne o un pescado con poca salsa, evitando los feculantes.
Para evitar engordar
más de la cuenta no puedes combinar el vino y el postre en una misma comida, pero
tampoco tienes que renunciar a los dos. Si has llevado a cabo la fórmula
de entrante ligero + carne o pescado, puedes permitirte uno de estos
dos caprichos.
Si has comido mucho
basta con cenar una sopa por la noche, acompañada de dos huevos duros
sin la yema y un yogur. Esta fórmula te
permitirá cortar el hambre y compensar el desequilibrio del mediodía.
Otro de los grandes retos a los que nos enfrentamos
en el día a día es preparar un menú rápido para tomar en la oficina sin
que se vea perjudicada nuestra figura.Existen fórmulas rápidas como un bocadillo sin aceite
ni mayonesa, sushi…
Otra sugerente alternativa es una hamburguesa de queso, ya que sólo tiene 320 calorías. Si añadimos una fruta podemos
equilibrar la comida y estar saciados hasta la noche.
¿Quién dijo que estar a dieta supone olvidarse por
completo de los dulces a diario? Es cuestión de saber elegir. Una dieta
es como una olla a presión. De vez en cuando hay que soltar la presión.
O bien la soltamos cada día poco a poco o bien de forma más drástica una o dos ves por
semana, intentando compensar después este exceso.
Aunque muchos regímenes tienden a limitar al mínimo
la cantidad de pasta, pan y cereales, se considera fundamental el
consumo regular de productos derivados de los cereales porque contienen
vitaminas esenciales para mantener el buen humor y la
actividad muscular. Eso sí, el pan debe ser blanco o integral, nunca
industrial.
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